Unión de materiales tradicionales

La energía superficial es la medida de la propensión de un material a dispersarse sobre una superficie y también se denomina impregnación. Los materiales con una alta energía superficial se impregnan muy bien y pueden unirse con facilidad, mientras los que tienen una baja energía superficial se resisten a la impregnación. La energía superficial es el motivo por el que resulta sencillo unir metales y difícil unir plásticos.

Entre esos ejemplos extremos se encuentra una gama completa de sustratos con energías superficiales intermedias: no muy difíciles de unir, pero cada uno con sus consideraciones específicas. Entre este grupo de materiales tradicionales se encuentran algunos empleados en tecnologías antiguas, como el vidrio, las cerámicas y el hormigón, además de materiales más naturales como la madera, el cuero o los tejidos (tanto naturales como sintéticos). En muchos casos, los diseñadores eligen un material específico debido a su aspecto, lo que también puede dificultar la selección del adhesivo.

La composición de los tejidos varía, desde materiales naturales como el algodón o la lana hasta sintéticos creados con plásticos de baja energía superficial (LSE) como el poliéster. Entre las aplicaciones en las que se suele preferir unir que coser se encuentran las cubiertas para suelos, los cojines o algunas prendas y accesorios. Los problemas de unión de tejidos suelen tener que ver con el material de base en lugar de con el hecho de que esté tejido. ​​

El cuero es piel de animal curtida y es muy valorado por su naturaleza duradera y flexible. Se usa habitualmente en prendas de vestir, artículos deportivos y muebles, a menudo en aplicaciones en las que es preferible una unión a una costura visible. La parte posterior del cuero suele ser porosa y fácil de unir, pero el lado que tiene el acabado podría contener aceites o pigmentos sobre los que se aplicaría el adhesivo, en lugar de sobre el cuero en sí.